Ante la avalancha
informativa que tuvimos el día de ayer, no cabe más que hablar un poco sobre
ello. Desde luego, hablo con la razón y un poco influenciada por los
sentimientos de rabia e impotencia que me embargan.
Hay en los
medios, múltiples críticas sobre la actitud de mucha gente por el sacrificio de
Excálibur, el perro de la enfermera infectada por el virus del ébola. Es obvio,
que mi opinión les va a importar un comino al personal, pero como este blog es
mío y en él pongo lo que creo que es importante para mi persona y el público
que me sigue, ahí va mi exposición.
Ayer murieron en
África 121 personas por el virus, nadie habló de ello, pasó ante los medios de
información de puntillas y todo se centró en lo que importa, que no nos llegue
esta pandemia y que se erradique de la forma que sea; si hay que sacrificar un
perro, que se sacrifique, lástima que esté mal visto hacerlo con un ser humano,
si no, otro gallo cantaría.
Aquí, todos se
dedican a quitarse de encima las culpas, veo en el televisor sus caras
descompuestas, excusando sus actuaciones, improvisando mentiras, sacudiéndose
las acusaciones como si de un escupitajo mal echado les hubiese caído en sus
personas y sigo sin escuchar una sola palabra de disculpa, una frase en la que
admitan su error y que transmitan al personal un poco de sentido común y
humildad.
En un país en el
que lancear toros, tirar cabras de campanarios y atar patos y gallos a las
cucañas está al orden del día, era de cajón que la única salida que vieran para
tratar el molesto asunto del perro fuera su sacrificio; ya se sabe el dicho “Muerto
el perro, se acabó……” lo malo, es que aquí lo único que acaba, son años de amor
y compañía con un ser que es más que un animal, es uno más de la familia. Pero
claro, un gobierno que niega las tarjetas sanitarias a los más necesitados, se
dedica a erradicar las ayudas a los dependientes, se cree que con cintas
carroceras en las mangas van a parar lo que en África llevan décadas de lucha; va
a tener un mínimo de sentido común y dedicar un poco del presupuesto a evaluar
el posible contagio del animal, andamos apañados.
Culpables… Pufff,
pongámonos todos. El primero este cutre salchichero presidente del gobierno que
para darse bombo ante el mundo, dando un espectáculo mediocre de estar por
encima del miedo y la cordura, consiente traer a dos infectados del peor virus
que existe, en vez de mandar a la zona y así evitar la posible propagación de
este, a algún experto para tratar a los enfermos “in situ”.
La segunda, esta impresentable ministra de sanidad,
a la que yo denominaría de insalubridad, por haber permitido este traslado. Por
no haber tomado las medidas adecuadas. Por no haber sopesado las consecuencias.
Por no haber previsto lo que nos ha
caído. Tal vez estaba demasiado ocupada comprando serpentinas para
celebrar los logros de su gestión.
Y por no alargarme en este decálogo de equivocaciones,
vamos a ponernos todos. Por haber consentido este traslado. Por no haber
luchado con todas nuestras fuerzas y nuestros políticos en la oposición deberían
haber puesto un poco más de hincapié en impedir esta sinrazón.
Y ahora se echan campanas al vuelo con una
posible vacuna en la que están involucradas unas cuantas compañías farmacéuticas
que no han querido sacar su nombre a relucir, no sé porqué será, y que estoy
segura estarán frotándose las manos sus accionistas. La pena que me embarga es
ver cómo las pandemias en el tercer mundo no les importa a nadie y cuando vemos
que puede afectarnos en nuestros dominios, toda la maquinaria para frenarla y
erradicarla se pone en marcha.
Cinco minutos de
silencio por un pobre perro que no tenía culpa de nada y un mirar hacia otro
lado por un continente que muere por la dejadez, la contaminación, las
hambrunas, el robo de sus riquezas naturales por las grandes multinacionales,
las guerras…. Pero eso sí, que no salten nuestras vallas, que la miseria, las enfermedades y el
hambre no cruce nuestras fronteras.