No voy a escribir de política internacional, porque soy
parca en conocimiento.
No pienso rebatir los discursos anquilosados pregonados al
calor de la prensa.
No puedo aportar datos de algo que me es ajeno.
No voy a caer en la trampa de creerme más de lo que soy.
Pero si puedo hablar de dolor, de miedo, de desconcierto, de
desaliento, de desesperación.
Puedo hablar con el conocimiento que nos da el recuerdo, la
historia es un vaivén de acontecimientos que se repiten en el tiempo,
ritmicamente, acompasándose y el final siempre es el mismo; horror, tragedia y
muerte.
Recuerdo cuando por primera vez contemplé La Piedad de Miguel Ángel; me
impresionó la expresión de dolor y resignación de esa madre, esa pregunta
impresa en el rostro, ese ¿por qué? que te devora el alma. Y heme aquí viendo
día tras día la misma imagen en las noticias, sintiendo la tragedia en la
distancia, rozando el miedo con la mirada.
¿Hay justicia en el mundo?, mil muertes me desearía antes de
ver sufrir a mis hijos e imagino y siento el desgarro y el sufrimiento.
Escucho comentarios y sentencias, amenazas de intervención y
guerra, enalteciendo la solidaridad extranjera. ¿Solidaridad con el pueblo
Sirio?.
Les acusan de emplear armas químicas, armas que se fabrican
en los países interventores y que previamente han sido vendidas a estos.
¿Qué hipocresía es esta? Sancionemos a quien fabrica muerte
y la comercia; sancionemos a los que se enriquecen con la tragedia ajena;
sancionemos a quien miente y no le importa esquilmar a un pueblo en beneficio
propio.
Ya vivimos una guerra cimentada en mentiras, vimos un pueblo
sucumbir ante la promesa de la libertad que sólo ha traído más de un millón de
muertos. Un país arrasado y sumido en la desgracia, enfrentado en una guerra
civil encubierta.
¿Y quieren repetir lo mismo? Mil formas hay para evitar
esto.
Así que abrazando mi ignorancia, pero aceptando la
experiencia que la vida me ha marcado, uno mi voz a los de tantos y grito un NO A LA GUERRA con todas mis fuerzas.
El dolor no remite con más dolor, sólo lo silencia y tengo
fe en la cordura y la solidaridad ante esta locura.
Es la voz de una
madre. Una de tantas…