MOTIVOS
Cuando el tiempo se detiene en tu
horizonte y ves pasar las escenas cotidianas como algo ajeno a ti, empiezas a
preguntarte y a cuestionarte el sistema que mueve el mundo.
Desde el momento de
la concepción, todo gira en un rol determinado, tu sexo, raza, color, estatus o
religión va marcando los pasos que debe dar tu vida, envuelven tus anhelos e
interrogantes en un tupido velo que engaña nuestros sentidos y no nos deja ver
más allá de nuestras narices.
Es divertido y
penoso a la vez, escuchar a individuos defender y ensalzar políticas de
restricción culpando a la sociedad de su decadencia, expoliando lo que tanto
costó construir, destruyendo los ladrillos de la solidaridad y la igualdad.
Soy mujer por la
gracia de Dios o del destino, tengo en mis manos el poder de dar la vida, pero
también el derecho a decidirlo, mi naturaleza me hace ser racional ante la
injusticia, desgarra mis entrañas ver la pobreza crecer ante mis ojos, indigna
mi alma escuchar a mentecatos defender los nacionalismos culpando al extranjero
de nuestras desgracias.
Veo la muerte campar
a sus anchas en el camino del oprimido, sus alas apuñalan al pobre no sin antes
arrebatarle su dignidad y sus sueños.
Miramos a otro lado
al pasar junto al mendigo, escapando de su mirada vacía o simplemente de
nuestra sensación de culpa.
Permanecemos ciegos,
sordos y mudos ante el mundo, levantamos barreras y muros al que busca
esperanza, robamos riquezas y despreciamos a las personas, defendemos la
hipocresía dando la espalda a la realidad.
Miro por la ventana
de mi cárcel, que impide mover mis manos, no deja que mis pasos avancen pero no
consigue acallar mi voz.
Y grito, grito a los
cuatro vientos pidiendo el despertar de la gente, grito a las consciencias
dormidas que reaccionen y vuelvan a la realidad, grito llamando a la lucha, la
lucha de la solidaridad y la justicia.
La palabra es
mágica, tiene el inmenso poder de mostrar las verdades; la palabra denuncia y
condena, muestra los hechos y no se deja acallar con mentiras.
Tenemos motivos para
no aceptar la imposiciones; motivos para levantarnos y exigir que nos devuelvan
lo esquilmado.
Quiero mi sanidad,
mi educación y mi justicia, ningún gobierno es quien para quitármelo; quiero
mis sueños y mis esperanzas, tener mis proyectos y poder llevarlos a cabo.
Mil motivos tengo para no permanecer callada. ¿Los tienes
tu?.
Luchemos por nuestra libertad, que es la libertad de los demás
ResponderEliminarQue nuestros ombligos no sean los únicos que queramos ver :o))
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo amiga.
ResponderEliminarEn que terminará toda esta injusticia que no invade día a día....
Precioso, Nito, hay que agitar las conciencias, clamar -aunque sea en el desierto- alguien escuchará y pensará. Gracias por tu posteo. No hay que callar ante la injusticia, no. Nunca.
ResponderEliminarMuchas gracias, viniendo de ti el comentario es un honor. Busquemos nuestros motivos para gritar y parar esta locura.
EliminarMe ha gustado mucho Nito. Necesitamos voces como la tuya que nos contagien el ànimo para luchar por lo que creemos.
EliminarLa ola de injusticia, como la vida, es cíclica. A lo largo de la historia, horrendas barrabasadas se han perpetrado en detrimento de la libertad, de los derechos y de la misma vida. Ni siquiera la palabra pudo en ciertas ocasiones asomarse. Hoy, son excesivas, verdaderas jaulas de grillos en televisiones, radios, prensa, redes sociales...Y aún así, nada....¿Alguien cree que en el próximo "urnazo" se puede arreglar?...Gritemos,sí...Hagamos, sí....pero hasta que no deje de llover, estaremos calados de privaciones...Lo dicho, un ciclo sospechoso.
ResponderEliminarJusto, sé que llevas toda la razón, la historia de la humanidad te la da, pero tengamos aunque sea ingenuamente, la ilusión de que las cosas pueden cambiar. A estás alturas de la vida nos encontramos con una sociedad pensante en su conjunto, soñemos con que no nos vendan milongas y decidamos que queremos ser y tener.
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