domingo, 1 de abril de 2012

JESÚS, ESE HOMBRE

Dadas las fechas en las que estamos, o mejor dicho, en las que se conmemora la pasión de Jesús, me gustaría hablar un poco sobre su persona.
Se supone que nació una primavera de hace poco más de dos mil años, en el seno de una familia humilde; de su niñez apenas hay datos, algunos episodios de anécdotas en las que demuestra una madurez inusitada para su edad, pero poco más. Donde se centran las escrituras es en los tres últimos años de su vida.
No voy a nombrar las aptitudes oratorias, ni la seducción que tenía en sus palabras, tampoco voy a discutir sobre la capacidad de hacer milagros que detallan sus apóstoles. Francamente, no me interesa. Solo quiero ahondar en su mensaje.
Predicó hasta la saciedad el derecho a la vida, el respeto entre vecinos, el que nada es propiedad para siempre, que no hay mejor regalo que compartir con el que no tiene. Derribó los comercios en el templo, escupió a los usureros, avisó a los ricos que las puertas del cielo estaban cerradas a ellos; ayudó a los enfermos, refugió a los desamparados, desafió a los sacerdotes y gobernantes dando sentadas pacíficas como protesta. Fué calificado como terrorista peligroso para los romanos y sacrílego por los judíos. Rompió reglas y gritó al mundo que otra forma de vivir era posible, creyó tanto en sus ideales que entregó su vida por ello.
Esa es la realidad de su vida, no muy distante a la de tantas personas a lo largo de la historia que han luchado por lo mismo con las mismas consecuencias, una muerte terrible y cruel.
La diferencia está en la utilización de su persona, me entristece ver como sus imágenes las engalanan con joyas, oros, grandes brocados y bordados imposibles. Como su mensaje, se pierde en el tiempo y se manipula convirtiéndolo en la adoración al becerro de oro. Sus representantes, llamémosles clero, ostentan cetros y cruces con valor incalculable y el cabeza de este esperpento luciendo ese gorro faraónico como estandarte de poder.
Y no puedo olvidar a nuestra prole política que basa sus absurdas leyes conservadoras, dándose los golpes en el pecho defendiendo lo tradicional y recto, olvidando el cuidado de los enfermos y necesitados, pero eso si entregando su alma a la banca y los poderosos.
Irónico, ¿ verdad ?, los valores de Jesús en manos de los ateos y escépticos, aunque en boca de los creyentes sean llamados inadaptados e incluso terroristas.
Así que en mi particular sentido de la decencia y justicia, uno mis manos a las que utilizó el látigo contra los mercaderes en el templo y pongo en mi boca sus palabras de consuelo, igualdad y esperanza.

2 comentarios:

  1. Sobrevivir en esta crisis provocada por las cuevas de ladrones en las que han convertido los estados de la UE, si que es un auténtico milagro.

    No hay que ser creyente para identificarse con el dogma moral de Cristo. Lo puede asumir un beato o un ateo. Descartando el dogma de fe que lo identifica como el Hijo de Dios, queda intacto e inapelable el dogma moral del Cristo hombre de carne y hueso. Los que repudian el cristianismo no lo hacen contra una religión de dioses, sino contra una filosofía imprescindible para la convivencia en Paz Libertad y Justicia. Algo que odian los ladrones y sinvergüenzas políticos y financieros.

    Falicidades por esta entrada.

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    1. Gracias por la crítica. Me siento alagada por tu magnífico comentario,sobre todo, viniendo de un maestro. De nuevo gracias.

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